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Dos abuelitas, mismo seguro

Recuerdo que estaba de vacaciones cuando recibí una llamada, como no tenía pendientes en ese momento la pude atender. Me llamaba la atención lo que me ofrecían: una forma en la cual podía proteger a mis papás en caso de un accidente (por accidente se puede entender cualquier evento fortuito que no sea una enfermedad).

Considerando las opciones que el vendedor me comentaba se me hizo interesante y decidí contratarlo. Posteriormente, ya que leí más las cláusulas y el contrato que me llegó ¡me gustó todavía más! Les comenté a mis papás y, tal fue su interés, que decidieron contratar también el seguro para con esto poder proteger a sus respectivas mamás. No cabe duda que el mejor marketing siempre es el de boca en boca, pero ese tema será para otro momento.

Es mejor tener un seguro y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo.

Después de medio año de la contratación, mi abuelita materna tuvo una caída. Llamamos a la ambulancia para que nos ayudara a revisarla y levantarla del suelo, posteriormente fuimos con nuestro doctor en traumatología de confianza. En el hospital se le hicieron rayos X y se nos confirmó que tenía una fractura de hombro. En este momento decidimos utlizar una de las cláusulas del seguro en donde transferían un monto fijo en caso de que huesos rotos. Para hacer este proceso era necesario entregar todos los documentos necesarios (rayos X, informe del médico, facturas, etc.) y después de algunos días dieron respuesta y autorizaron la transferencia. Todo este proceso lo hicimos desde que supimos que era una fractura, es decir, desde el día siguiente de que mi abuelita tuvo el accidente. Hasta esta parte de la historia, todo iba de maravilla.

Poco tiempo después del acontecimiento, mi otra abuelita tuvo, de igual forma, una caída. Lamentablemente también fue fractura, sólo que esta vez de columna. Sin embargo, mi abuelia no se quiso atender ya que no quería dar molestías y en ese momento no sabía que era una fractura. La preocupación llegó cuando notamos que empezó a permanecer largos tiempos en cama o a evitar moverse mucho, por lo que la llevamos a una revisión. Ahí nos confirmaron que tenía una fractura, la atendieron en ese momento y, como ya conocíamos el proceso para reclamar el seguro, lo iniciamos. No osbtante, aquí hubo un resultado diferente pues, al ya haber pasado varios días desde el accidente y que se dio la fractura, ya no fue posible que procediera.

Aunque fue el mismo proceso, bajo circunstancias similares y el mismo seguro en un caso fue aprobado y en otro no. Las clásulas son claras, y en el segundo caso incurrimos en no acatar una de ellas: el plazo en el cual se podía pedir la indemnización; por lo que el seguro nos negó el pago.

Es siempre importante revisar el seguro, las cláusulas, los puntos importantes y bajo qué circunstancias son válidas, ya que por desconocimiento pudiéramos caer en una omisión y que no seamos indemnizados o no sea cubierto por el seguro.

Los invito a que se acerquen con su asesor de seguros y aclaren todas sus dudas, visita nuestra página de Alianzas para conocer profesionales dentro del círculo de Denario.

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